jueves, 15 de enero de 2009

VAMPIRA

La madre de un amigo ha sufrido un accidente grave y está internada, él me ha pedido que por favor done sangre, que ya no tiene dinero para seguir comprándola, me ha citado en el Hospital Loayza. Si los hospitales ya son de por si lugares deprimentes, éste le gana a todos: sus paredes grises, sus jardines malformes, su destartalado mobiliario y su antiquísimo instrumental lo hacen desear a uno saltearse ese paso y pasar de frente a la morgue. Cuando me encuentro con mi amigo se deshace en agradecimientos, eso me abruma, ya que la verdad si estoy ahí no es porque mi espíritu solidario me haya ganado (es más, carezco totalmente de uno), por el contrario, yo no quería ir pero la verdad es que no encontré manera de negarme ante el trance que afrontaba.

Luego de los saludos me lleva hacia el lugar donde hay que dar la sangre, me entrega una bolsa de papel que lleva dentro otra bolsa y unas cánulas. Hago una fila, cuando llego ante la encargada, ésta me entrega un formulario que debo llenar previamente. Lo leo y hay una pregunta absurda: si soy homosexual. Decido no responder y se lo entrego con esa respuesta en blanco, cuando lo lee me pregunta por qué no respondí, le digo que me parece una pregunta trasnochada, qué cómo pueden partir de la premisa que por el hecho de ser homosexual se es más promiscuo que un heterosexual, Me mira como diciendo "seguro eres cabro", me dice que si no respondo esa pregunta no puedo donar, luego de refunfuñar termino por responderla. Pongo que no lo soy, pero por dentro pienso que viendo mujeres como ella, ganas de volverme cabro no me faltan.

Luego de hacer otra fila, llego ante un tipo bajo, cetrino, de mirada huidiza, que me pide mi DNI, luego toma mi mano y pasa un algodón con alcohol sobre mi dedo medio, antes que le pregunte qué va hacer ya me pinchó el dedo y me está sacando sangre, sin decirme nada más me pide que espere un rato. Salgo y me pongo a esperar no sé qué. Luego de cinco minutos él mismo tipo me llama y dice que estoy "apto", que espere mi turno. Me pongo (una vez más) a esperar, pero como el lugar está atestado de donantes, algunos con la mirada asustada, otros que se hacen bromas entre ellos para darse valor, me siento abochornado y decido salir a esperar fuera del laboratorio.

Afuera ya es de tarde y el frío se siente con fuerza, sólo hay una banca vieja sobre la que una persona, vestida con un pantalón azul, una chompa verde y una bufanda roja que le cubre la cara, está tan encorvada y tapada que no llego a distinguir si es hombre o mujer. Me siento a su lado procurando no hacer bulla, de rato en rato volteo a mirarla, en una de esas me parece notar que no respira. Pienso que quizá se haya muerto de esperar, así que decido acercarme a escuchar si respira o no, cuando estoy cerca, siento una voz carrasposa:

-¿Me quieres robar?

Por la voz noto que es mujer, no sé cómo disculparme.

-No, sólo es que...
-Pensaste que estaba muerta y te asustaste.
-Sí, esa es la verdad.
-No te preocupes, no eres el primero, además algún día alguien tendrá razón y de verdad me encontraran muerta acá.


Sólo atino a sonreír mientras ella empieza estirarse, se retira la bufanda y el cabello que le cubre la cara y deja ver sus impresionantes ojeras y un aura negra que parece darle un maquillaje de película de terror a su rostro. Se pone de pie y estira las piernas, se despereza y me vuelve a mirar:

-¿Vienes a donar?
-Si, para un amigo.
-Ah, pensé que eras la competencia.
-¿De qué?
-No te me hagas el mocho ahora.
-En serio, no sé de qué me hablas.
-Yo soy una vampira.


Dice esto y mueve sus largas uñas como imitando a los vampiros de las películas. Caigo en cuenta que es una de esas personas que se dedican a vender su sangre en los hospitales. Mientras pienso qué decirle, escucho que me llaman, es mi turno. Entro, sin mucho trámite me piden que me acueste sobre la camilla, una enfermera (¿o doctora?) toma mi brazo, me pregunta:

-¿Es tu primera vez?
-Si.
-Entonces procuraré no ser muy ruda.
-En verdad me gustaría que lo sea.
-¿Eres masoquista?
-Sólo cuando estoy en los hospitales, me dan un no sé qué.


Estira mi brazo, pasa un algodon sobre una vena que se nota claramente.

-Que rica vena tienes.
-Lo mismo le dirá a todos.

Siento la punción, volteo y veo mi sangre que llena rápidamente una bolsa mientras una máquina zumba a mi lado, cuando miro hacia la otra camilla puedo ver a la chica con la que hablé afuera, ella mi mira y vuelve hacer un gesto vampiresco, esta vez con los dientes, yo sólo sonrío, me parece muy graciosa. Cuando termina de llenarse la bolsa me sacan la aguja y me piden que repose un rato. A los cinco minutos me dicen que ya puedo retirarme, ella también se para, mientras espero que me devuelvan mi DNI no puedo evitar mirarla: luce aún más desfalleciente y pálida que cuando la vi afuera, pareciera que si entrara una corriente de aire, ésta la mataría.

Al salir me pide un cigarro, le digo que en el hospital no podemos fumar, me mira como diciendo que soy un idiota, me toma de la mano y me lleva hacia la parte trasera. Hay unas ambulancias viejas, computadoras obsoletas y todo luce oxidado, es algo así como el depósito de los cachivaches del hospital. Le doy un cigarro, se lo enciendo, hago lo mismo con el mío, la miro nuevamente:

-No te preocupes que no me voy a morir.
-Parece.
-Tú pareces muy inocente con esa carita de mosca muerta que te manejas y no te lo creo.
-¿Cada qué tiempo lo haces?
-Cada tres semanas más o menos.
-¿No debería ser cada tres meses?
-Si, pero que voy hacer pues, de esto vivo.


Se terminan los cigarros, hay un silencio incomodo, no sabemos que decir, la verdad es que yo aún quiero hablar con ella.

-¿Vamos a tomar algo para el frío?

Se lo he propuesto casi sin pensar.

-Ya te estabas tardando.

Salimos del hospital, en la calle nos recibe una manada de taxistas, ambulantes, jaladores, putas y demás especimenes. Damos la vuelta y llegamos a un Café, nos sentamos y ella sugiere que pidamos unos jugos especiales.

-Para recuperar fuerzas.
-Que así sea.


Pedimos dos jugos especiales y unos sánguches triples. Ella acomoda su cabello largo y negro, hace un gesto y deja traslucir una belleza especial a pesar de su aspecto moribundo, es como una belleza indómita, rebelde, que se resiste a desaparecer de ese rostro a pesar de tanto jaleo.

-¿Cómo te llamas?
-Llámame Mara.
-Ok Mara.


Espero que pregunte mi nombre, pero no lo hace.

-¿Tienes mucho tiempo en esto de la sangre?
-Casi un año, una vez me pidieron por favor, de ahí me enteré que pagaban y como no consigo trabajo pues con ésto me recurseo mientras tanto.
-¿Mientras tanto?
-Si, voy a donar una vez más y de ahí paro la mano, me recupero y vendo un riñón, ya hasta comprador tengo, con esa plata me voy a Italia a trabajar allá.
-Que buen plan.
-Sí, ya estoy harta de esta vida, me estoy volviendo loca.
-¿Por qué?
-Mira, por ejemplo la vez pasada estaba cortando el pan y se me fue el cuchillo y me corté la mano, me salió un chorro enorme de sangre y en lugar de preocuparme en parar la hemorragia por mi salud, pensaba en cuánto dinero estaba perdiendo ahí, no vi mi sangre como algo que me da vida, si no como dinero, te juro que me sentí mal y así que ahí decidí parar lo más pronto posible.


La miro sin decirle nada, su historia me tiene alelado.

-Parezco loca ¿no?
-Un poco.
-Y eso te arrecha seguro.
-¿Por qué afirmas eso?
-Porque los hombres se arrechan de cualquier huevada.
-Me acojo a la quinta enmienda.
-¿Cuál es esa?
-La que me permite guardar silencio ante las preguntas.


Se ríe de buena gana, vuelve a acomodar su cabello, vuelve a asomar su belleza tan pálida, parece una princesa desastrada pero a la vez bella y envolvente, seductora sin proponérselo.

-¿Tienes teléfono?
-¿Ahora me quieres afanar?
-Si me dejas.
-Lamento decirte que no tengo, además no me busques, yo te encuentro, ya sabes que los vampiros tenemos un don especial.
-Entonces todas las noches sangraré un poco esperando que vengas por mi sangre.
-No me tientes.
-Esa es la idea, tentarte.
-Entonces esfuérzate más.

En eso llega el mesero, entrega la cuenta.

-Yo pago.
-Claro, yo no iba pagar, para eso dios te hizo hombre, para pagar las cuentas.


Cancelo, le digo que voy al baño. Cuando vuelvo ya no está, sobre la mesa hay una nota escrita en una servilleta: "Gracias, me voy a mi castillo, yo te busco Jaime, una mordida. Mara". Sabía mi nombre, eso me emociona un poco, salgo del Café, tomo un taxi, vuelvo a ver la servilleta, curiosamente está escrita con tinta roja. Suena mi celular, es mi amigo, maldigo, recuerdo que salí sin despedirme, mi dedo sangra, la ciudad también.

6 comentarios:

Adur dijo...

yo quiera una que me chupe todo XD

Anónimo dijo...

esta está en mi ranking, en el top five, de las que más me han gustado.

leonina dijo...

vampira .tambien tiene otro significado o no?¿? digo esto porque una vez en mi nick puse vampireza ...y me salieron unos comentarios peculiares ..pero es cierto? o solo me estaba vacilando.

Jimmy dijo...

Pues os hombres somos unos malpensado, pero yo no pensaría nada raro por leer "Vampiresa" en un nick y eso que me gusta pensar mal, ya sabes eso de "piensa mal y acertarás" jeje.

azabache dijo...

waaaaaaaau.

esa es (por lejos) unos de los mejores post qe haya leído últimamente.

qé geniaaaal

aunqe la frase qe qedará perpetrada es: "Claro, yo no iba pagar, para eso dios te hizo hombre, para pagar las cuentas."

qe Twilight ni qe 8/4, Mara.

Jimmy dijo...

Gracias (me he puesto rojo)