viernes, 29 de mayo de 2009

MALABARISMO

De un salto elástico me he subido a la volada al micro que apenas se ha detenido, reviso el interior y veo que el único asiento libre es uno al lado del chofer, venciendo mis habituales temores (tengo reparos de viajar al lado del chofer, pienso que al primer accidente voy a salir disparado a través del parabrisas) decido sentarme, colocarme el cinturón y encomendarme a la dudosa gracia del Padre Urraca. No he terminado mis atribuladas oraciones cuando el chofer lanza una maldición:

-Este pezuñento de mierda no me va ganar.

Dicho esto, pisa el acelerador a fondo, el carro parece sufrir un ataque de tos convulsiva y empieza avanzar a una velocidad que no se condice con su achacoso estado. Obviamente está enfrascado en una violenta carrera con otra unidad de su misma ruta. Me resigno a mi suerte: justo el día que me siento adelante, este par de enfermos decide correr como quien está en la Fórmula Uno.

Cuando llegamos al cruce con otra avenida, nos detiene el semáforo en rojo y dos malabaristas callejeros se plantan delante nuestro a hacer una rápida demostración de su arte urbano. Encienden unas pequeñas antorchas y las lanzan al aire con gran destreza, las intercambian entre ellos. Su eventual público lo mira entre asombrado (por su habilidad) y conmovidos (por su andrajoso estado). De pronto, al parecer en un exceso de confianza, deciden hacer lo mismo pero con los ojos cerrados. No sé sabe si es por mal cálculo o algún repentino mareo, pero no miden bien al lanzar una de la antorchas y ésta viene a caer justo sobre el capó del micro, desatando un repentino incendio.

En ese momento la luz cambia a verde y ante el asombro general el carro avanza, cuando le increpamos por qué no se detiene, su respuesta nos deja patitiesos:

-Voy retrasado, además con la velocidad que voy seguro el aire apaga el fuego de inmediato.

En esas discusiones estamos cuando veo que el siguiente paradero es el mío, le digo que voy a bajar, se detiene a medias y con otro salto elástico me bajo. Volteo y miro como el bus-incendio se aleja a toda velocidad. Le agradezco al Padre Urraca por el milagro concedido y sigo mi camino.

viernes, 22 de mayo de 2009

ESTE SECRETO QUE TIENES CONMIGO

Hoy me ha tocado mostrar una oficina que tenemos en alquiler, luego del desfile de todo tipo de personajes (desde una tía que sudaba entera hasta un chibolo tartamudo) y cuando ya me aprestaba a volver, me llamaron para avisarme que iba otra chica a ver la oficina. Resignado me senté a esperarla, no tardó más de cinco minutos. La vi entrar, era imponente, parecía poner a sus (bellos) pies todo lo que estaba a su alrededor.

Sin dejar de sonreír y sin que los rayos solares -que entraban por la ventana- la toquen, me preguntó las condiciones del alquiler y algunos detalles más. Sacando fuerzas de donde no las hay, traté de contestarle de la manera más seria posible. Al final me dijo que lo que quería era poner una oficina para recibir llamadas para su servicio de señoritas que prestaba. Música para mis oídos, pero aún así no le daba crédito a lo que escuchaba. Repregunté para confirmarlo:

-¿Para qué deseas la oficina?

Sin perder la sonrisa eterna (eternamente bella), se sacó los lentes y con su tono seductor de canto de sirenas me respondió.

-Para poner una central de llamadas para atender un servicio de kinesiólogas. -¿Kinesiólogas?
-Si, damas de compañía.
-¿Damas de compañía?
-Servicio de acompañantes
-¿Acompañantes?
-Putas, merecas, prostitutas, a las que llamas, pagas y te las tiras.
-A ya, así en buen cristiano todos nos entendemos, pero no lo sé, si saben que es para eso quizá los demás inquilinos no quieran.
-Pero nadie tiene porqué saberlo, sería nuestro secreto.
-Me gustaría tener un secreto entre tú y yo.
-Sería encantador, pero tengo un problemilla.
-¿Cuál?
-No puedo pagar esa cantidad mensual, tendrías que hacerme un descuento.
-Eso no depende de mí, no soy el dueño.
-Pero podrías arreglar un descuento por mí, mira que si lo consigues te prometo un par de servicios gratis.
-¿Servicio completo?
-Completito.
-¿Ida y vuelta?
-Choque, atropello y fuga.
-¿Me lo juras?
-Por San Puta.

Le doy la mano y cerramos el trato, le prometo que para mañana mismo le tengo listo el descuento, me dice que si ya se puede mudar, le digo que es mejor no apresurarse. Sonríe coqueta, me da una tarjeta con su número y se va. Ni bien sale de la oficina rompo su tarjeta, llamo al trabajo y aviso que hagan más citas para mañana, que aún no lo alquila nadie.

viernes, 15 de mayo de 2009

ACTO REFLEJO

Es la hora de regresar a mi casa, es hora punta (5 pm). Es febrero en Lima y todos nos freímos bajo ese vigoroso sol, ni bien veo aparecer el bus que me llevará a casa, el corazón me late de la emoción, pero la emoción amengua al ver que el bus está repleto y sin pensarlo mucho me trepo en él, previa pelea con otros peatones que pujan por lo mismo. Una vez dentro trato de acomodarme de la mejor manera en medio de esa masa de carnes, sudores y malos olores. Cuando encuentro un par de centímetros cuadrados libres me paro ahí y me aferró al pasamanos como quién se aferra a una cornisa para no caer al vacío.

Cuando el bus entra al desangelado barrio "El Porvenir" en La Victoria, veo un graffiti que llama mi atención: "El Porve es 99% crema, el otro 1% no sabe de fútbol", esbozo una sonrisa que no tarda en transformarse en una mueca de miedo y cólera, dos pirañones se acercan, globos de agua en mano, a bombardear el carro. Entonces miro las ventanas del bus en busca de una que esté abierta (asegurando que usaran ésa como blanco) y mientras repaso todas doy con la dura realidad: la única abierta es la que está frente a mí (no sé de qué me sorprendo, cómo si la suerte alguna vez hubiera estado de mi lado, ¡ja!), entonces sólo me queda desear algo, que venga un auto desde atrás y atropelle a ese par de desadaptados, pero nada, ni el diablo está de mi lado ahora.

Resignado a mi suerte, veo como dirigen sus globos justo por la ventana que está frente a mí y en un acto reflejo me agacho y los globos van a dar contra una chica que está detrás mío, ella me mira furiosa y me reclama por qué me agaché.

-Porque me iban a mojar.
-Y me mojaron a mí.
-¿Por qué no te agachaste?
-Pensé que te quedarías parado.

Mientras me habla (¿o grita?) con su mano trata de secarse la cara, yo la miro bien y veo al lado de su nariz algo negro que juro es una araña (y pienso en su mala suerte: encima de que la han mojado está a punto de ser picada por una araña ultra venenosa), entonces acerco mi mano a su cara (en otro acto reflejo) y tomo "la araña" con los dedos y ella atrapa mi mano y me pregunta qué hago.

-Tenías una araña en la cara.

Ella me mira furiosa, me dice que soy un idiota, que esa es su pestaña postiza que con la fuerza del globo se le ha desprendido, se pone a llorar y yo levanto la mirada y veo su mirada desigual: un ojo luce poderoso, potente, penetrante y el otro parece desvalido, con frío, como queriendo esconderse (obviamente sólo uno –el poderoso- quedó con la pestaña postiza). Avergonzada, exige a gritos que el carro se detenga y se baja corriendo, avergonzado guardo la pestaña postiza en mi bolsillo y entierro la mirada en el piso deseando ya no un globo de agua, sino una bomba atómica que me desaparezca para siempre.

viernes, 8 de mayo de 2009

SANGRE, SEXO Y ROCANROL

y yo me levanté y me vestí,
las manos aún vendadas, y al llegar a casa
me arranqué las vendas de las manos y
escribí mi primer poema,
y no he dejado de pelear
desde entonces.

"El perdedor"-Bukowski.

Bebía mi cerveza divertido mientras metía monedas en el jukebox y ésta escupía los primeros sonidos que daba ese chico rico y rico de apellido Cobain (Kurt para nosotros, sus íntimos). Su ritmo me abrazaba y yo entregaba mi cuerpo a sus caricias musicales mientras alucinaba cogerme a CourtneyLove, su arrechante mujer. Cuando abrí mis ojos, había tres tipos mirándome como si fuera un gay mendigando por una verga justiciera, sin dejar de bailar les devolví la mirada, el más joven me retó:

-¿Qué me miras?

No le contesté, me puse de pie y patee su cara, su sangre salpicando, sus dientes en un viaje perfecto, su saliva derramándose, eran el marco perfecto para pelear. Su amigo de al lado se paró y mientras me decía "qué te has creído" yo me sentí un hijo de puta todopoderoso y nada misericordioso y de un certero puñetazo le partí su horrible nariz y le gritaba "te he hecho un favor feo de mierda, te he arreglado esa nariz horrible, deja de llorar como una niñita, deberías agradecerme, lámeme las botas triste hijo de puta" pero ya venía el tercero, el más grande, me miró divertido y deseoso de desgranputarme, yo lo miré con sangre y a tres pasos de mí se encontró con mi furia y ya estaba en el piso mientras pateaba su desproporcionada cabeza diciéndole la pobre mierda que era. Luego de ver a los tres miserables arrastrándose por el piso volví al Jukebox, eché más monedas y volví a hacer el amor con Kurt y Courtney mientras bailaba con mis botas llenas de sangre. Apenas termine le pedí un papel al asustado cantinero y escribí esta historia de sangre, sexo y rocanrol.

sábado, 2 de mayo de 2009

NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA

Como cualquier día en mi anormal vida estaba en el paradero esperando (mientras rumiaba mi cólera por una pelea que había tenido con mi chica la noche anterior) que pase el micro que me iba llevar al trabajo cuando de pronto se me acercó un tipo con cara de nerd a preguntarme por una dirección que, más nerd yo, conocía. Cuando le iba decir donde era, el tipo me dijo que era la casa de su novia, que la amaba mucho y que quería darle una sorpresa y me enseñó una caja de chocolates. Dentro de mí pensaba qué diablos me importa eso, así que le dije que el lugar quedaba en una calle cruzando la pista, el tipo me quiso dar la mano como agradecimiento pero yo harto de su aburrida cara no le hice caso y diciéndome no sé qué cosa, cruzó la pista sin apartar la mirada de mí y como suele suceder en Lima, un chofer (más nerd que los dos juntos) recién se dio cuenta que tenía alguien delante cuando sintió el golpe. De pronto la escena era patética: el peatón nerd daba alaridos de dolor en el piso aferrado a su caja de chocolates y el chofer nerd daba gritos nerviosos. La gente que hace unos instantes me había visto hablando con el nerd agraviado me decía cosas como "ayuda a tu amigo", "piensa que te puede suceder a ti alguna vez" y en un acto irreconocible en mí, decidí ayudar a ese pobre nerd atropellado y entre chofer y presunto amigo decidimos llevarlo al hospital. En el camino el tipo no hacia más que llorar pero no de dolor ahora, sino de pensar que su novia lo iba esperar en vano. Cuando llegamos al hospital el chofer junto a unas enfermeras bajaron del carro al tipo y me pidió que por favor le mire el carro (si señores, a uno le pueden robar el carro así esté dentro de un hospital) le dije que si y mi "si" duró hasta que ellos se perdieron de vista. Ni bien pude me fui del lugar, tomé un taxi a mi trabajo y cuando llegué me di cuenta de lo que traía en las manos: la caja de chocolates del nerd. Esa noche fui a casa de mi novia, le dije que la quería mucho y que en señal de disculpas le había comprado una caja de chocolates, ella la acepto feliz, me perdonó y tuvimos el mejor sexo de reconciliación que recuerdo.