jueves, 29 de octubre de 2009

LO MAS TRISTE DEL MUNDO

Mi amigo José ha venido hecho un océano de lágrimas a mi casa, me cuenta que ayer ha muerto un primo suyo, que lo quería mucho y es una pérdida irreparable. Yo en verdad nunca supe de la existencia del primo, mejor dicho nunca supe que estaba vivo hasta el día que murió. Luego de suplicarme por casi una hora que lo acompañe al velorio, me termina convenciendo, no por solidaridad, si no porque ya me parece insoportable su llanto y quiero matar todo ese asunto de la muerte de una vez.

Salimos y tomamos un taxi que nos lleva directo al velatorio. Cuando llego y veo la decoración, lo primero que pienso es que mi amigo se ha vuelto loco o el taxista se ha equivocado descabelladamente. El lugar parece todo menos un velatorio. Muy por el contrario, está lleno de globos y cintas de colores, parece una fiesta infantil. Volteo y con la mirada le pregunto qué sucede, dónde estamos, él me sujeta por el brazo y me hace ingresar, una vez dentro me dice que su primo era ....¡Payaso! y que era así como quería ser velado. Yo maldigo mi suerte y su muerte, si ya los payasos vivos me aterran, los muertos me asustan el triple.

Me paro en un rincón y observo como toda la situación se va poniendo en verdad terrorífica: al velorio a asistido todo el gremio de payasos de la ciudad y a manera de homenaje cada uno hace su rutina delante del féretro, mientras los familiares y amigos se ven envueltos en una rara mezcla de llanto con sonrisas. Una vez terminado todo eso, cada uno de los asistentes se acerca al féretro a "despedirse" del muerto. Cuando es el turno de mi amigo, se acerca y murmura algo, luego entra en una incontrolable crisis nerviosa, se aferra al cajón y da unos alaridos terribles. Todos lo miran a él y todos me miran a mí a la vez, todos esperan que yo, que llegué con él, sea la persona que lo retire de ahí. Yo miro el techo y finjo no darme por aludido, hasta que llega su hermana y me pide que por favor vaya por él. Sin más opciones, me resigno y me acerco. Lo tomo por el brazo y le digo que se calme, que va poner más nerviosa a la familia.

Aunque trato de no mirar dentro, no puedo evitarlo y lo que observo me termina de joder la vida: al primo lo han enterrado.... disfrazado de payaso. En mi vida he visto cosa más triste. No hay nada más triste que un payaso muerto dentro de un féretro, es lo más infinitamente triste que existe en el universo entero. Ahora soy yo el que no puede evitar derramar unas lágrimas y es la hermana quien tiene que venir y retirarnos a los dos. Una vez que esa patética imagen desaparece de mi rostro, recobro la compostura y hago una retirada digna de un mejor velorio.

viernes, 23 de octubre de 2009

EL GALLO SUBE

Llego a casa luego del colegio y mi tío me dice que tenga cuidado al entrar a la cocina, le han encargado un gallo de pelea que es muy caro y lo ha encerrado en un espacio que queda libre ahí. Yo le digo que no se preocupe. Claro que lo primero que hago es ir corriendo a la cocina y buscar al animal. No me tardo mucho en encontrarlo, está debajo del lavadero y para que se no escape le han puesto una madera grande que siempre estuvo en un rincón y ahora luego de tantos años parece encontró una función (en verdad la madera encaja exacta y yo pienso que fue diseñada especialmente para no dejar escapar a gallos de pelea que le encargan a las personas).

Primero trato de entreverlo por encima de la madera pero el espacio es muy angosto, luego decido jalar un poco la madera pero nada, allá dentro todo sigue muy oscuro. Entonces decido abrir un poco más la madera pero calculo mal y el gallo termina escapándose, cuando (al fin) lo veo bien, noto que es un gallo negro, enorme y muy avezado que despliega sus enormes alas y da saltos amenazantes frente a mí. Luego parece percibir el terror que me invade, entonces se envalentona más y se decide a atacarme con todo, dando enormes saltos logra rozar mi cara con su espuela, de pronto me arrincona y yo siento que voy a morir bajo las alas de aquel horrible animal. En ese momento mis ojos distinguen una escoba y estirando mi brazo la llego a tomar y justo cuando el bronco animalejo me va dar el espuelazo mortal yo soy más rápido y le doy el escobazo mortal en la cresta y el gallo cae muerto al piso.

Asustado (ya no porque me vaya a matar el gallo si no porque ahora me va matar mi tío) trato de resucitar al animal pero todos mis intentos son en vano. Cuando lo reviso veo que no tiene ninguna herida, no hay rastros de sangre así que una rápida autopsia mental determina que el gallo ha muerto de una conmoción cerebral originada por un elemento contundente (o sea un vulgar escobazo). Lo cargo (y pienso que un gallo muerto pesa mucho), lo meto al lugar de donde nunca debió salir y me voy a mi cuarto. Al rato escucho como es que mi tío le cuenta a mi madre que el gallo apareció inexplicablemente muerto. Luego se resignan a su muerte y yo me siento más vivo que nunca, al final me he librado de la muerte.

jueves, 15 de octubre de 2009

QUE ES PEOR

Qué es peor que un policía, otro policía. Qué es peor que Fujimori: Un fujimorista y qué es peor que un fujimorista: Un aprista y qué es peor que estos dos: Un Fujiaprista. Qué es peor que un chofer de micro: Un chofer de combi y peor que un chofer de combi: Un cobrador de combi. Qué es peor que enamorarse: Enchucharse. Qué es peor que no tener trabajo: Tener uno y que te exploten. Qué es peor que el fútbol: Un crítico de fútbol. Qué es peor que una procesión: Las beatas y borrachines que la acompañan. Qué es peor que un gol fallado: Un autogol. Qué es peor que un ladrón de bancos: El dueño del banco. Qué es peor que ser asaltado por un ladrón; Ser detenido por un policía. Qué es peor que tu enamorada te engañe con otro: Que te engañe con OTROS. Qué es peor que esa gente que llama a la radio a contar sus problemas: Los imbéciles que llaman para dar consejos sobre esos problemas y qué es peor que ellos: Los idiotas que escuchan esos programas, y qué es peor aun que todo eso junto: El supernabo que conduce el programa. Qué es peor que te planten: No tener si quiera alguien que lo haga. Qué es peor que no tener un día feriado: Tener un día feriado pero que igual te obliguen a trabajar. Qué es peor que un colegio del estado: Un colegio de policías y qué es peor que un colegio de policías: Un colegio religioso. Qué es peor que un católico: Un evangélico y qué es peor que un evangélico: No, ya no hay nada peor que eso. Qué es peor que no tener planes un sábado por la noche: Tener planes pero no tener dinero ni amigos para llevarlos a cabo. Qué es peor que el insomnio: Tener sueño y no poder dormir. Qué es lo peor de pelear con tu enamorada: Que en lugar de pelear te diga "no me sucede nada". Qué es peor que un insulto: La indiferencia. Qué es peor que un blogger: Los que se creen blogger, como yo por ejemplo.

jueves, 8 de octubre de 2009

SANTA ACTUACION

Ha subido al semi vacío bus un vendedor de Santa Natura, no empieza a explicar las bondades de la granola para bajar de peso o de los pepinillos para las manos, pero al ver la escasa atención de su escaso público, decide apalear a otra técnica de ventas seguramente aprendida en un improvisado curso: mientras nos habla de un posible mal del estómago, se toma la panza y finge un repentino dolor, si nos habla de algún mal cardiaco, se toma el pecho y finge un posible infarto, si nos habla de algún problema con la vista, finge una ceguera que lo lleva incluso a tropezarse con los asientos del carro, en otro momento se empieza a rascar compulsivamente el brazo (aunque eso en verdad más parecía un problema de pulgas, pero nadie quería interrumpirlo) y así, poco a poco y en base a una buena actuación, empieza a llamar la atención de todos, incluso la mía, tan reacio a esos charlatanes que invaden el transporte público. Cuando nos habla del sobrepeso y sus complicaciones con el corazón, es que nos logra cautivar: de pronto finge (nuevamente) un violento ataque al corazón, se toma el pecho, su rostro de constriñe de desesperación y dolor, se toma de un asiento para no caer pero la muerte es inevitable y termina por dar contra el piso y luego de un par de convulsiones finalmente "muere" y se queda ahí por más un minuto (lo que en el fondo –aunque no lo admitamos- nos asusta a todos, creyendo que en verdad ha muerto), entonces se levanta poco a poco (como resucitando) se vuelva tomar el corazón, se pone de pie y todos lo aplaudimos y le damos dinero, nadie le compra sus productos naturistas, eso no nos importa, le damos el dinero a cambio de su soberbia actuación. Se baja y me quedo pensando que la actuación peruana ha perdido -sin saberlo-a un gran valor.

jueves, 1 de octubre de 2009

ATORO

Tengo un hambre mortal, son casi las doce de la noche y no he comido nada en el día y ya mis tripas se quieren comer entre ellas. Al fin consigo dinero y voy por comida. Decido ir a un chifa que está a la vuelta (no porque sea el mejor, si no por la simple razón que es el único local abierto a esa hora) cuando llego veo que está lleno pero igual decido hacer mi pedido y esperar. Y es justo eso lo que me toca hacer: esperar y esperar. Delante de mí van pasando todo tipo de platos, desde una humeante Sopa Wantán, pasando por un célebre "Combinado" hasta llegar al deseado "Taipá especial", pero ninguno es mío, todos tienen estómago fijo.

Ha pasado casi una hora de espera hasta que sale el ayudante del cocinero y haciéndome un guiño me avisa que el próximo plato es mío, mis tripas hacen una tregua y yo cierro los ojos mientras alucino ese pollo chijaukay que me voy a tragar apenas regrese. Pero unos gritos me sacan de ese estado de ensoñación: un comensal, al parecer tan desesperado y hambriento como yo, en su apuro por saciar su hambre se ha atorado y ahora está sobre el piso, tomándose la garganta mientras sus acompañantes no saben qué hacer, algunos lloran, otros lo desatan el nudo de la corbata y algún despistado intenta darle masajes en el pecho. Todo el personal del chifa sale a tratar de atender al futuro muerto que a cada segundo se va poniendo más azul. Para suerte de la victima, en ese momento pasa una ambulancia de los bomberos que es detenida por los gritos de algunas personas. Con una rápida técnica, el paramédico ha logrado desatorar al tragaldabas y todo parece volver a la normalidad hasta que el dueño se da cuenta que todos los demás clientes (aprovechando el pánico y confusión) se han ido sin pagar la cuenta (incluso uno se llevo uno de esos gatitos rojos y dorados con una mano alzada que a manera de amuletos para la buena suerte usan los chinos), esto despierta la milenaria ira del chino que lanzando gritos en su idioma, decide cerrar el local, expulsándonos a todos sin importarle hayamos pagado, consumido o no. Incluso el tipo que recién se recupera de su asfixia es sacado a empujones.

Una vez fuera todos, el chino baja la puerta enrollable y tranca por dentro su local. Yo miro con odio al tipo que se atoró, el se siente avergonzado y trata de esgrimir alguna explicación. No le digo nada, saco un cigarro, lo pongo en mi boca y me voy maldiciendo el momento en que se le ocurrió atorarse (y maldigo más el momento en que pasó la ambulancia).