viernes, 26 de junio de 2009

DAR ES DAR

Es viernes, es marzo pero el verano sigue recio, implacable, ni durante la noche nos da una pequeña tregua. Como casi todos los viernes hoy me toca trabajar de noche y como casi todos los viernes por la noche, salgo retrasado y llego corriendo al paradero. Esta vez parezco estar de suerte ya que el carro no tarda en aparecer y hay muchos asientos disponibles, elijo el más cómodo, me pongo los audífonos y mientras avanza el micro voy observando la gente a través de la ventana.

Cuando devuelvo la vista al interior del carro veo que ya se llenó y sólo quedan dos asientos libres: el que está al lado de un borracho que se ha quedado dormido y el de mi costado. Un par de calles más allá sube una chica muy guapa que trae una minifalda (que deja ver sus fabulosas piernas), un polo descubierto por detrás (que deja ver su bella espalda) y unas sandalias que dejan ver sus bellos pies (lo admito sin rubor: los pies femeninos son uno de mis fetiches preferidos). Luego de vacilar entre el borracho o yo, termina eligiéndome y se sienta a mi lado, claro que yo he simulado no verla aunque en el fondo ella sabe que todos (hombres y mujeres) la hemos mirado, ya sea con deseo o envidia.

Mientras el carro sigue haciendo su ruta habitual, yo me siento orgulloso de las miradas de envidia que me dedican los demás hombres que van subiendo y bajando, al verme sentado junto a tamaño cuerito. Al rato, y cómo si ya el cielo no me hubiera premiado lo suficiente, el angelito en minifalda me habla, me pregunta la hora, yo quiero decirle que es la hora que a ella le dé la gana pero me contengo.

-Son ocho de la noche.
-Gracias.


No me dice nada más y yo me cocino los sesos tratando de pensar en algo para hablarle pero es nuevamente ella quien (re)inicia la conversación:

-¿Sabes si este carro pasa por Javier Prado?
-Si, y si no pasa, secuestro al chofer y lo obligo a que cambie su ruta.
-Jajajaja, gracias, eres gracioso.
-Lo mismo le dirás a todos.
-Nada que ver, no seas así.


Dice eso y me empuja por el hombro, el solo contacto de su mano contra mi hombro logra enervar mis hormonas, le sonrío y ella me hace un guiño. El amor se hace presente, ya casi la tengo conmigo, que viva el amor, es primavera en marzo, el amor cambia las estaciones. Nos dedicamos a preguntarnos varias cosas durante el camino, me siento cómodo con ella, cómodo y enamorado a decir verdad. En esas estamos cuando me pide algo que no esperaba:

-Sabes algo, por salir apurada de mi casa olvidé sacar mi cartera y no tengo para el pasaje, ¿crees que podrías pagármelo?

Sonrío, la miro embobado y le digo que si, que si quiere le pago un taxi, ella sonríe y acaricia mi mejilla. Cuando vuelvo a la realidad veo que ya está cerca mi paradero, le digo que acá me bajo, ella me susurra al oído que no olvide pagar el pasaje.

-Jamás.
-Gracias guapo, espero encontrarte otra vez.
-Dios te escuche y te complazca.


Avanzo hacia la puerta para bajar, el cobrador me detiene y me pide que pague el pasaje.

-Mi flaca lo va pagar.
-¿Cuál flaca?
-La que estaba junto a mí.
-Asu primo, ¿ese hembrón es tu flaca?
-Claro.
-Felicitaciones causita, mis respetos, no te preocupes, yo le cobro, puta que encima te paga el pasaje, suerte de los que no se bañan.
-Y eso que hoy me bañé.


Bajo del carro, volteo a verla, le mando un beso volado, ella me devuelve otro, veo que el cobrador se le acerca y le hago un gesto que todo está bien, me sonríe de nuevo y me manda otro beso. Me vuelvo a poner los audífonos y me cago de la risa mientras me la imagino discutiendo con el cobrador por el pasaje.

viernes, 19 de junio de 2009

LOCOS

Cuando estoy en el micro, parado y agradeciendo que no esté tan lleno, veo que de pronto sube un tipo enorme, cuando miro bien noto que está sucio y con la ropa ajada, mierda, es loco, trato de hallar un asiento libre para guarecerme pero no hay nada.

El loco empieza a hablar:

"Yo sé señores y señoras y de los otros también, que a muchos de ustedes se le ponen los huevos o los ovarios de corbata según sea el caso de los que les brindó la sabia naturaleza, cuando me ven subir pensado que les voy a robar o violar pero, disculpen la sinceridad y si no la disculpan me llega altamente en verdad, les veo una cara de misios que me provoca prestarles dinero y en cuánto a la violación menos aún lo haría, las chicas acá presentes en verdad están más chancaditas que uvas en el Festival de la Vendimia así que no lo voy hacer, lo único que quiero es preguntarles algo apelando a la sinceridad que no los caracteriza pero como no tengo a quién preguntárselo me quedan ustedes, así que peor es nada o a falta de pan buenas son tortas y vaya al diablo el perrito y la calandria, pero díganme: ¿ustedes creen que este servidor está loco o es un cocoroco lo que toco o me equivoco?, vamos, no sean tímidos, hablen, utilicen sus lenguas viperinas"

Nadie sabe qué decir, el loco va de uno en uno preguntando, los que no responden les da un gran grito que incluso hace llorar a algunas chicas. Cuando llega mi turno me lo pregunta y yo con más susto que certeza le respondo que si.

-Si loco, estás más loco que nadie y hablas más cojudeces que Nakasaki.

El loco me mira fijo, abre más sus enormes ojos y da un gran grito:

-¡Si! por fin conchasumadres, por fin alguien me lo dice a la cara, por fin alguien confirma mis sospechas, lo supe desde niño pero nadie tuvo el valor de decírmelo así.

Me da un abrazo fuerte y me dice que soy lo máximo, que cuando quiera me espera en su casa y que no me preocupe, que ya habló con el chofer para que me lleve gratis todos los días. Yo estoy que me enveneno con el olor que emana, es un olor ha guardado, a antiguedad, añejo. Me suelta y se va dando saltitos, baja del carro y a través de la ventana veo que se agacha como un actor que ha hecho una gran faena en el teatro.

Volteo a ver a los demás que ahora simulan no haberse visto afectados por todo esto y pienso en quién está más loco, si ellos, el loco que sospechaba que estaba loco o yo que le dije al loco lo loco que está.

viernes, 12 de junio de 2009

LA COFRADÍA DE LOS NÚMEROS

Luego de muchas postergaciones, al fin decido pintar mi habitación, las paredes lucen descascaradas y maltrechas, un par de manos de pintura las harían rejuvenecer. Luego de comprar todo lo necesario y desocupar mi habitación, emprendo la tarea. Todo transcurre con relativa calma hasta que una anotación con tinta azul sobre la pared llama mi atención: es un número telefónico pero no recuerdo de quién o cuándo lo anoté, decido olvidarlo de un brochazo pero algo hace que me contenga, curioso por saber algo más, lo memorizo, tomo el teléfono y marco el número.

-Aló
-Aló, este...
-¿Quién es?
-Mire, no sé cómo empezar.
-Generalmente se hace por el principio.
-Claro, mire el asunto es que estaba pintando mi habitación y encontré su número...
-Pintado en la pared, claro, venga, lo estamos esperando, ésta es la dirección...

Apunto apresuradamente sin preguntarle cómo sabía que estaba apuntado en la pared, cuando lo quiero hacer, ya ha colgado el teléfono. Decido seguir pintando pero una extraña angustia me lo impide, dejo todo, me doy un baño y voy en busca de aquella dirección.

Luego de una hora llego al lugar, es un edificio plomo, frío, con una antigua puerta de fierro. Toco el número del intercomunicador y por respuesta recibo el sonido metálico del seguro de la puerta abriéndose. Mientras subo la escalera puedo ver que todas las puertas están pintadas de negro salvo la que me indica la dirección que está revestida de una pintura ocre. Voy a tocar el timbre pero la puerta se abre y una voz empalagosa me invita a pasar, lo hago y me siento en unos muebles de terciopelo azul, fuera de eso sólo hay una mesa de centro, un cuadro con una figura indeterminada y unas botellas vacías sobre el piso. Ansioso como estoy, sólo atino a frotar mis manos contra mis muslos hasta que aparece una mujer de edad indescifrable y vestida de azul.

-Lo hemos estado esperando hace tiempo, ya nos estábamos preocupando.
-Sabrá usted disculparme, ya sabe, el trabajo, los estudios...
-No se preocupe, lo importante es que ya está con nosotros.
-Tiene razón.


Estira la mano y como caída del cielo aparece una chica que le entrega un sobre y se va como si flotara, sin hacerse sentir, no se va, "desaparece" en verdad. Me entrega el sobre y me dice que esperan sepa cumplir con mi tarea. Sin abrirlo acepto sus palabras y me despido con un gesto. En la calle abro el sobre y veo que hay una dirección, una llave y un lapicero azul. Me dirijo a la dirección, la llave encaja perfecta, abro y no hay nadie dentro de la casa, busco la habitación, anoto el número en la pared y me voy. Cuando regreso a mi casa lo primer que hago es borrar el número de mi pared de un brochazo y termino de pintar.

sábado, 6 de junio de 2009

LLAMAN A LA PUERTA

Es domingo y mi madre me ha invitado a almorzar. Llego increíblemente puntual y el almuerzo trascurre entre risas y recuerdo de viejas anécdotas. Una vez terminado, me pide que trate de resolver un pequeño problema en su computadora, lo que me pongo a hacer inmediatamente. Escucho que golpean la puerta y mi madre se acerca a fijarse quién es.

-¿Qué desea?
-¿Es usted la mamá de Jimmy?
-Aunque no quiera, si lo soy.
-Con usted quería hablar.
-¿Qué desea?
-Vengo a enseñarle a su nieta y a pedirle que hable con el poco hombre de su hijo y se haga responsable de ella.
-¿Mi nieta?
-La misma que está acá presente.
-Pero no se parecen....
-¡No lo apañe señora!


Mientras oigo todo eso, siento un miedo que me paraliza y empiezo a hacer un repaso mental de todas las chicas con las que me he acostado en los últimos dos años, repaso que no tarda más de diez segundos y me arroja un deprimente resultado: no sólo no me he acostado con nadie en los últimos dos años, sino que haciendo un ejercicio mental más profundo caigo en cuenta que no me he acostado con nadie al menos hace cinco años. En esas lamentaciones ando cuando el grito de mi madre me despabila.

-¡Jimmyyyyyyyyyyyyyyyyy, ven acá muchacho del demonio!

Me pongo de pie y camino rumbo a la puerta como quien camina rumbo a la guillotina. Cuando llego, miro a la eventual madre de mi eventual hijo y no la reconozco pero ni de pelea de cuyes.

-¿Tú eres Jimmy? me pregunta la desconocida.
-Si.
-Tú no puedes ser Jimmy.
-Lo mismo me digo yo todas las mañanas.
-No seas idiota, tú no eres el Jimmy que busco, el que me embarazó.
-Tienes razón, a ti no te embarazaría ni por salvar la especie humana.
-Idiota.
-Loca.
-Imbécil.
-Anda sigue de puerta en puerta a ver si encuentras un ingenuo.


Me mira, deja caer los hombros a manera de resignación y le pregunta a mi madre qué número de casa es.

-103
-¿No es el 102?
-102 golpes te voy a dar yo como vuelvas por acá.
-Par de locos.


Se va, mi madre cierra la puerta y yo vuelvo a la computadora.