viernes, 26 de diciembre de 2008

ELLA ES DEMOLEDORA

Estamos parados en la entrada del cine decidiendo con que película perder el tiempo, cuando optamos por una (de superhéroes) hacemos la fila para comprar las entradas. De pronto viene una chica enorme y con apariencia de físicoculturista-lésbica y se pone delante de "Y", ella voltea y me mira cómo diciendo ¿y ésta? yo me encojo de hombros, ella la toca por el hombro y le pregunta qué sucede, ella responde con su vozarrón de camionero ex-presidiario:

-Nada, yo estaba acá, sólo que tú no te diste cuenta.

"Y", atarantada por semejante voz decide no prolongar más el asunto. En ese momento nuestra fornida rival decide irse:

-Me llegó esta fila, no la hago más, que la hagan los idiotas.

Nos miramos y sonreímos. Como por hechizo la fila avanza rápidamente y cuando estamos a dos personas de la ventanilla vuelve a aparecer el mastodonte y se vuelve chantar delante de nosotros. Evitando un posible lío, con considerables bajas en nuestro bando, decidimos ignorar los noventa kilos de músculos y anabolizantes que yacen delante nuestro. En eso se suma a la musculosa un personaje pequeñín, de voz aflautada y bigotes ridículos, ella lo besa y parece que se lo va tragar (más que su novio parece su llavero). Luegode comprar las entradas hacemos otra fila para poder entrar a la sala que nos corresponde, para sorpresa nuestra, la paquidérmica cinéfila no está, así que luego de las burlas de rigor decidimos hacer nuestra fila como dos ciudadanos modelos. Cuando estamos por ingresar (al fin) se aparece ella y su títere que parece colgar de su brazo, se nos planta delante sin la menor explicación. Cuando le reclamamos, nos mira furiosa:

-Me da la gana ¿algún problema?
-Ninguno, sigue nomás.


Decidimos retrasarnos apropósito para evitar sentarnos cerca a ella. Cuando hemos considerado que ya debe estar lejos entramos y nos sentamos en una fila de butacas vacías. En el preciso momento que de la pantalla salen las primeras imágenes, aparece la gorda con su bandeja del respectivo super gigante combo number five dando pasos por la estrecha hilera de butacas que ocupamos y justo delante de "Y" tropieza y derrama la gaseosa helada sobre su cabeza. "Y" me mira llena de furia, yo entro en pánico (sé lo que esa mirada significa), pienso en algo para calmarla, me entrega su bolso, la gorda rebuzna:

-Para que te sientas ahí pues desteñi....

La gorda no a podido completar su frase debido a que "Y", en un ágil movimiento que haría qué al mismísimo Jet Li se le cayera el cinturón (negro) de la envidia le ha clavado un furibundo tabazo en el pescuezo que le produce un ahogo con sus respectivos estertores pre-muerte. No contenta con eso la toma del pelo y con una fuerza irreconocible en sus cincuenta kilos, la arrastra fuera de la sala mientras el títere-llavero de bigotes da brincos a su lado gimoteando y tratando de decir algo que a nadie le importa. Una vez fuera la obliga a disculparse, la gorda, llena de sorpresa, espanto y dolor sólo atina a pedirle disculpas, explicándole un supuesto malentendido. Toda la gente que había observado la prepotencia de la gorda aplaude ahora a nuestra justiciera como si fuera el final esperado de la película. Cuando "Y" voltea, aun llena de enjundia, no sé qué hacer, entonces atino a darle su bolso y levantarle el brazo declarándola ganadora por nocaut fulminante, ella sonríe orgullosa y malvada, yo sonrío orgulloso y feliz. No necesito más películas de superhéroes, ya tengo mi propia superheroína.

jueves, 18 de diciembre de 2008

FARSANTE

Todos lo odiábamos, todos nos llenábamos de pica, de rabia y pena cada vez que lo veíamos entrar ya sea apoyado en sus muletas o socorrido por el hombro de algún solidario guardia que se sentía obligado apenas lo veía llegar (con las justas) hasta la puerta del Banco, ese mismo Banco en que nosotros, sanos y jóvenes aún, teníamos que hacer largas colas o esperar que se anuncie nuestro ticket de atención, mientras él, enyesado alguna vez la pierna , otra el brazo, pasaba de frente a ser atendido, incluso por encima de ancianas o gestantes que apenadas le cedían el paso a aquel pobre joven que siempre parecía estar sufriendo un accidente.

Hasta que llegó un malhadado día: mientras esperaba ser atendido, noté me faltaba un documento, así que decidí volver a la oficina. Para llegar rápido tomé un atajo por el que normalmente no iba, fue en ese momento que me percaté de algo que me hizo hervir la sangre de cólera: ahí estaba nuestro ex desvalido, sin yeso, montando una reluciente moto y marchándose feliz de la vida. Dudé un instante en seguirlo e increparle el por qué de su maliciosa actitud, pero decidí guardarme tamaño descubrimiento para una mejor ocasión. Las venganzas hay que pensarlas con la cabeza fría, así se disfrutan mejor.

Al día siguiente, mientras esperaba (una vez más) ser atendido, trabé conversación con una chica que había observado ya varias veces mientras ella miraba con furia a nuestro farsante personaje, le conté lo que había visto y ella alzó las manos como diciendo "lo sabía", me dijo que apenas lo viéramos entrar deberíamos desenmascararlo, luego que mejor no, que lo agarremos a golpes. Le pedí que se calmara, que mejor lo denunciemos públicamente, avergonzarlo sería el mejor castigo, ella quedó en silencio, en su mirada se podía ver como disfrutaba su imaginaria venganza.
Pero pasaron un par de días y el tipo no aparecía, llegamos a la conclusión que me había visto y sentido descubierto, por lo tanto decidió cambiar de Banco, así que mientras ella me increpaba por no haber hecho justicia en el momento exacto, en ese exacto momento apareció él en una silla de ruedas, más enyesado y dolorido que nunca y justo cuando se dirigía a la ventanilla de atenciones especiales, ella se le fue encima como una fiera, le volteó la silla, empezó a patearlo, cuando la gente le preguntó por qué abusaba así, ella grito que el tipo era una farsa, que nada de eso era cierto, que su yeso era de utilería, que para demostrarlo se lo sacaría en ese mismo momento. Dicho ésto, tomó su bota de yeso y empezó a tirar de ella con fuerza, pero más fuerte eran los gritos desgarradores de dolor que daba él ahí tirado en el piso, pero ella no detenía su vehemente accionar. Y fue tanta la brutalidad de su fuerza que terminó arrancándole el yeso, dejando al descubierto -para el horror de todos los ahí presentes- una herida recién suturada y que producto del jaleo estaba sangrando nuevamente.

Ella volteo a mirarme, dijo que yo le había dicho, yo me sentí culpable y justo cuando ensayaba una explicación que sonara lógica, el tipo, ahora casi desmayado de dolor, explicó que si, nos había mentido muchas veces, pero justo ese día que sintió descubierto su secreto, por tratar de huir al voltear la calle se estrelló contra un auto y se rompió la pierna. Eso explicaba los días que no había parecido por el Banco. En ese momento invadió a la gente una mezcla de pensamientos: Si compadecerse de aquel pobre diablo ensangrentado y mentiroso o seguir los trámites bancarios como si nada hubiera sucedido. No tardó mucho el consenso general: seguimos haciendo los trámites, claro que le cedimos el paso a nuestra justiciera, claro que levantamos bien los pies, nadie quería mancharse con la (farsante) sangre del farsante.

jueves, 11 de diciembre de 2008

BLUETOOH (O BLUTÚ)

las últimas noches xx va dormir a casa de nn, su mejor amiga, ella está pasando por un momento personal delicado y él suele acompañarla en las noches, cuando las penas y el insomnio acechan con mas fuerza. ayer, como ninguno lograba conciliar el sueño decidieron beber un vino que ella siempre guardaba para otra (mejor) ocasión. el alcohol los fue librando poco a poco de sus barreras y temores, a la mitad de la botella los ánimos estaban bastante desinhibidos así que se animaron a bailar al ritmo de "Walking with a ghost" de The White Stripes, ella hacía unos movimientos en verdad gráciles y sexys, él mas bien daba unos pasos torpes y descoordinados. en un momento, sin darse cuenta, él estaba detrás de ella tratando de seguir sus pasos y al otro instante estaban enfrascados en un beso profundo y apasionado. aunque algo les decía que eso estaba mal, que antes que nada eran amigos pero la pasión era mas fuerte y terminaron cediendo y amándose varias veces esa madrugada. En uno de esos momentos, quizás el más intenso, mientras le pedía que la llamara puta y lo llamaba papi, ella tomó su celular y empezó a grabar aquel encuentro desmesurado y placentero. cuando todo había acabado, él le pidió ver el video, ella se negó, alegó que era una travesura y que si quería verlo tendría que hacer mucho mérito, él no insistió, la abrazo y se quedaron dormidos mientras calculaba cómo lograr ver ese video.

al día siguiente la invitó a cenar, ella aceptó gustosa, no le pensó mucho, al fin la había invitado a su restaurante preferido. esa noche, luego de cenar pidieron una botella de vino, quizás como buscando un pretexto para amarse nuevamente. en medio de su distraída cháchara ella dijo que le iba mostrar el video pero con una condición: que lo vea cuando esté solo, no delante de ella, le causaba mucha vergüenza alegó. él le pidió su teléfono prestado, mañana te lo devuelvo insistió. ella le dijo que no, que se lo pasaría por "bluetooh", él sacó su celular, ella buscó el video y se lo envió. al rato, cuando la transferencia había terminado y el vino estaba por hacerlo también, empezaron a sentir las miradas curiosas de los demás comensales, incluso notaron las sospechosas apariciones de varios meseros a la vez preguntándoles si deseaban servirse algo más. incómodos por esa repentina arremetida de miradas, decidieron retirarse del lugar, pidieron la cuenta, el mesero que se la trajo apenas pudo contener la risa. cuando ya estaban cerca a la salida, desde una mesa ocupada por jóvenes, sintieron una voz burlona que los paralizó de la vergüenza: chau puta, adiós papi y todo el restaurante, incluidos meseros y cocineros que asomaban por las rendijas, estallaron en una risa generalizada. sólo ahí cayeron en cuenta de lo que había sucedido: al enviar ese video en un lugar cerrado, todos los demás que tenían un celular lo habían recibido también. abochornados por tamaña situación, salieron corriendo, esa noche, antes de amarse, apagaron y escondieron los celulares.

jueves, 4 de diciembre de 2008

FABRICANTE DE MENTIRAS

Él le doblaba la edad. La esperaba siempre en la esquina a la salida de su escuela. Ella no podía evitar sentir una extraña sensación en su cuerpo al pasar a su lado, si bien podía ir por la calle del frente algo la hacía pasar por donde estaba él, siempre con un cigarrillo en la boca. Cada vez que sentía su mirada penetrante, recordaba las palabras de su madre: "Ten cuidado de estar hablando con extraños, hay mucho pervertido en la calle". Esas palabras más que una advertencia le sonaban a una invitación al deseo, una tentación que en muchas de sus noches -cuando el recuerdo de él lograba calentar su cuerpo- la hacía sentirse sucia, entonces sólo rezaba y pedía perdón a dios pero terminaba cediendo a esos oscuros pensamientos.

Pero al día siguiente, cuando la hora de la salida se acercaba ella volvía a sentir ese deseo de verlo, de su mirada oscura vistiendo de deseo su cuerpo. Era el sonido del timbre anunciando el fin de las clases lo que la llevaba a volcarse apurada a la calle, jamás se quedaba siquiera un rato con sus compañeras en esas largas conversas acerca del chico que conocieron o el disco que compraron.

Él esperaba ansioso el momento de verla acercarse con su falda a cuadros, sus medias tan blancas como su piel que iba enrojeciendo a cada paso que daba hacia su mirada. A veces temía que se haga sospechosa su diaria presencia, más de una vez se había retirado cuando alguien daba una vuelta cerca a él, pero más podía su deseo que aquel temor y siempre volvía al lugar, al lugar de su futuro crimen.

Un día, sin ponerse de acuerdo, se decidieron por fin. Ella lo había imaginado toda la noche. Había sido un amanecer especialmente afiebrado, estremecida con el recuerdo de esa mirada tan excitante. Él se había prometido romper sus temores y acercarse a ese fruto prohibido. Cuando ella salió de la escuela no fue hacia él, en cambio decidió cruzar la calle y tomar aquel pasaje desolado que tanto miedo la había dado en el pasado, él -sabiendo que pensaban lo mismo- la siguió cautelosamente. Cuando se encontraron solos, lejos de aquellas inquisidoras miradas, se decidieron por fin amarse, no se preguntaron siquiera los nombres. Fue en medio de ese oscuro pasaje donde ella le entregó lo que tantas veces en noches de fantasía le había entregado ya. Y fue él quien seducido por esa flor, poseyó por fin ese púber cuerpo que tantas veces había deseado.

Ella volvió a su casa con una extraña sensación de felicidad, de ese mal que tan bien le hacia sentir. Cuando su madre la interrogó acerca de esa sonrisa enigmática, ella le dijo que hoy había aprendido la mejor lección de su vida, que nunca había deseado (subrayo imaginariamente esa palabra) tanto volver a la escuela. Él volvió a su casa con la gloria de haber tomado por fin aquel fruto tan ansiado. Desde ese día él la esperaba en el pasaje, desde ese día ella nunca más falto a clases, desde ese día ella cruzaba la calle a su encuentro, desde ese día se amaron perversamente.