viernes, 2 de mayo de 2008

MI ABUELA Y PIKACHU

Hace unos días fui a visitar a mi abuela, tiene 94 años la vieja, terminé por convencerla de ir al parque a darle de comer a las palomas (un poco más y como Calamaro nos fumamos el porrito) el asunto es que ella está totalmente sorda y a mí que de 10 palabras no se me entiende ni una pues ya imaginaran ese dialogo (de sordos y trabalenguas), luego regresamos a su casa (nos tardamos como dos horas para dos cuadras, yo quería ir en taxi y ella me dijo que quería ejercitar las piernas). A la hora de la despedida me pidió que le escribiera algo (hace unos años solía escribirle pequeñas historias que ella leía pero no entendía y extrañamente le gustaban) y me dio las bendiciones, esperé nomás que no me haya encomendado a San Pikachu, porque en ese momento recordé algo que pasó hace tiempo: Mi abuela, aparte de sorda también es medio cegatona (de ahí la explicación que le guste lo que escribo: no ve bien ) y tiene la costumbre de coleccionar santos y estampitas, los cuales pone en un pequeño altar que tiene al lado de su cama. Resulta que un día ella creyó haber encontrado una nueva estampita de algún aliado de Dios, la cual coloco con las demás, nadie notó nada hasta que un día mi hermano, recién llegado de un viaje, fue a ver el reluciente altar y resultó que no había puesto una nueva estampa, si no más bien un chipitap de Pikachu . Entonces mi hermano, viendo el error decidió sacarlo, pero no sabemos cómo la abuela lo notó y estallo en un llanto inconsolable, reclamando entre un mar de lágrimas la estampa de su "santo tan milagroso, al que mas devoción le tiene, él que le concedió más de un deseo", así que no quedó otra que comprar cuchocientos chizitos con chipitaps incluidos hasta encontrar a (San)Pikachu, que a esas alturas había sido elevado a la categoría de santo sin que el Vaticano se de por enterado siquiera. Ya luego de hallarlo lo repusieron, volviendo el altar a la calma celestial.

De ahí mi temor a que me haya encomendado a tan dudoso santo. Al fin mi abuela me despidió con un fuerte abrazo y me volvió a recordar mi parte de la herencia: El altar lleno de santos inesperados.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

chevere, entre tierna y graciosa, buena idea la del blog :)

Anónimo dijo...

jajaja, me has hecho, reir, por ser "Joakin", pense encontrar, no sé, un blog de quejas, esta bonita tú historia, espero que no demore la entrega de la siguiente historia
abrazos
Tika

Carmen dijo...

No, el blog de llorón, perdón... digo de quejas es el otro (A)jeje

R. dijo...

Qué bueno que le hayas encontrado un mejor lugar a esta entrañable historia.

Saludos,
R.

EmPapeLada dijo...

Jajajajajaja, jajajajajaja, jajajajaja, San Pikachu, San Goku, San Meteoro...oye pero qué anécdota más chistosa la que relatas, pero por otro lado me da pena la pobre viejecita, ojalá no lleguemos a esa edad, de esa manera...no sé, me da miedo pensar en ello.

Yo no creo en los santos (esa es una de las razones por las cuales me zafé del catolicismo), pero bueno...las abuelitas tienen sus cosas...

Cuídate...

Y QUÉ PASÓ CON EL OTRO BLOG??? =S