miércoles, 21 de mayo de 2008

EL VIGILANTE

-Alo.
-¿"J"?
-Si, ¿quién es?
-Yo "Y".
-¿Qué ha pasado?, son las cuatro de la madrugada.
-No te llamé para que me des la hora huevón.
-¿Para qué llamas?
-Es que Don Ramón no ha venido a trabajar.
-Los domingos a las cuatro de la madrugada nadie trabaja.
-Pero es que él nunca falta.
-Con más razón, seguro se tomó unas vacaciones.
-No, él nunca falta, además ya son cuatro días que no viene.
-¿Y yo qué culpa tengo?
-Ninguna, lo que quiero es entrar a su caseta, quizás esté
muerto adentro, además "Trompo" está afuera llorando.
-Entra pues y mañana me cuentas si encontraste un muerto.
-No voy entrar sola.
-Entra con "Trompo".
-Vas a venir tú para entrar conmigo
-¿Estás drogada?
-¿Vienes o voy y te busco?
-Que jodida eres, ya espérame, me cambio y tomo un taxi.

Ésa era la llamada de "Y" que me había despertado en la madrugada, estaba preocupada porque el vigilante de su calle , más conocido como Don Ramón, hace varios días que no llegaba a trabajar y al parecer a ella era la única que le interesaba tal situación ya que ningún vecino se había percatado del hecho. Me cambié y tomé un taxi, al llegar la llamé al celular.

-Ábreme, ya llegue.
-No, espérame abajo, mi vieja esta acá y si te ve seguro llama a la
DINCOTE (La mamá de "Y" sueña con que soy un comunista que debería estar preso).
-Ya te espero, pero apúrate.

Bajó apresurada, traía la linterna en una mano y un cigarro en la otra.

-¿Estás segura de lo que vas hacer? Quizás ya se aburrió de cuidar esta calle donde nunca sucede nada y se fue en busca de nuevas aventuras

-Déjate de hablar huevadas y vamos.

Nos acercamos hacia la equina donde estaba la caseta, hacía un frío tremendo, "Trompo" recibió a "Y" con mucho cariño en cambio a mí me ladró con evidente celo.

-Está con candado.
-Rómpelo.
-Eso es ilegal.
-Toda tu vida es una ilegalidad, ahora no te me pongas en plan.

Romper ese minúsculo candado no me costó mucho, entramos a duras penas los tres, adentro estaba oscuro, un fuerte olor a tabaco y sudor llenaba ese pequeño espacio de madera, "Trompo" gimoteaba, "Y" empezó alumbrar las paredes que para nuestra sorpresa estaban llenas de fotos de chicas desnudas recortadas de los diarios.

-Al parecer ese Ramón era un jeropa de primera.
-No tanto como tú.
-¿Y tú como sabes?
-Se te ve en la cara.
-¿En serio?
-Deja de hablar tanta cojudez y fíjate que dice ahí.
-Mmmmmm, ahí dice: "Ramón y ‘Y’", la cagada a colores, el viejo estaba enamorado de tí.
-No te rías huevón.
-Alumbra acá mira, hay un número al parecer.
-A ver.
-Es un número de celular.
-Apuntalo y llama.
-Llama tú.
-Llama carajo.
-Ya, tranqui.

Salimos de la caseta, marqué el número avergonzado de hacer una llamada a esas horas.

-Aló!!!!

Un gruñido del otro lado me asustó.

-Perdón, este a ver........ estoy buscando a Ramón y el me dijo que lo podía ubicar en este número.
-¿Que Ramón?
-El vigilante de acá...
-Yo no quiero saber nada de ese desgraciado, ni me lo mencione.
-Disculpe, es que tengo un dinero que darle.
-Bueno así la figura cambia, démelo a mí que yo se lo haré llegar.
-Bueno ¿dónde la encuentro?
-Apunte joven.

Apunté la dirección, era un lugar cerca a la casa de "Y".

-Ya toma, anda mañana y le dices que lo estás buscando.
-¿Estás loco?
-No, estoy con sueño.
-Vamos en este momento.
-¿Qué? como vamos a ir horita, además que tanto te preocupa ese tío, debe estar borracho en algún burdel.
-Bueno yo voy, si quieres te quedas, serás responsable si me pasa algo.

Ella sabía bien como chantajearme, sabía que jamás la dejaría ir sola a ese lugar.

-Ok vamos.
-Me gusta cuando eres dócil.

Cuando llegamos al lugar nos abrió una señora con cara de puta jubilada.

-Buenos días señora, la llame hace un rato preguntando por Ramón...
-Ya joven, poco trámite, déme la plata que yo se la doy.
-Es que no es tan sencillo, déjeme explicarle, Ramón hace días que no va a trabajar y estamos preocupados por él, entramos a su caseta y encontramos su número, así que decidimos llamar a ver si usted nos podía decir donde vivía.
-Si me das plata te digo.
-Pero señora....

"Y" sacó un billete de veinte soles y se los dio, la señora entró, al rato volvió con un papel con una dirección escrita en el, era un asentamiento humano muy lejos. Nos marchamos.

-¿Qué hacemos ahora?
-Vamos a su casa.
-Estás loca, vive en el culo del mundo.
-¿Tú conoces?
-Si.
-Con más razón vamos porque yo no tengo la menor idea de dónde queda ese lugar.

Sin más que decir ya estábamos rumbo a lo desconocido, luego de buen rato de estar manejando me preguntó:

-¿Estás seguro que conoces? llevo casi una hora manejando y no llegamos a ningún lado.
-Te dije que era lejos.
-Avísame cuando esté cerca.
-Maneja nomás, cuando se acaba la ciudad va seguir un camino de pura arena, luego de eso como diez minutos más vas a encontrar unas casas de naipes, ahí mismo es mamita.
-Ya papito.

Llegamos, todas eran casas de madera o esteras, eran casi las ocho de la mañana, hacia un frío artero, dimos varias vueltas en busca de la dirección, todas las casas eran iguales. Mareados de dar tantas vueltas nos detuvimos y le preguntamos a la primera persona que se nos cruzó por delante.

-Señora buenos días, ¿conoce esta dirección?

La señora nos miro con curiosidad, leyó el papel, nos volvió a mirar.

-¿Son policías?
-Gracias a Dios que no.
-¿Por que señora? pregunté yo.
-Es que hace unos días vinieron unos policías preguntando por el señor Ramón.
-Ves, te dije que ese viejo era un enfermo, seguro lo buscaban por violador.
-Cállate no seas odioso, discúlpelo señora, está celoso, ¿que le dijeron los policías?
-Que al pobre señor Ramón lo había atropellado una combi y lo habían dejado abandonado, que estaba en el hospital y lo único que hallaron entre sus pertenencias fue su dirección.
-No joda señora, ¿en serio?
-Por la Sarita, gringuita.
-Ya ves "J" sabia que algo malo le había pasado.
-¿Ahora eres pitonisa?
-Cállate petiso, ¿en que hospital está seño?
-En el Loayza gringuita.
-¿Le dieron algún dato, como la cama o algo así?
-Nada gringuita, eso nomás me dijeron los señores custodios.
-Bueno, gracias señora.

"Y" salio manejando velozmente de ese miserable lugar.

-¿No me digas que vamos al hospital ahora "gringuita"?
-Ahí mismo.
-Me cago en Dios, ya déjate de tonterías, vamos a la civilización.
-Vete tú, yo voy al hospital.
-A la mierda, que jodida eres, vamos pues.
-Por eso te amo.
-Porque soy un huevón.
-Tú lo dijiste.

Luego de un tedioso viaje llegamos al hospital, era un lugar antiguo, pintado de un deprimente color gris, alrededor había muchos ambulantes y gente que parecía jamás detenerse. No encontramos un lugar para estacionar, así que decidió meter su carro en el lugar reservado para los doctores.

-Estás loca, nos van a botar de acá.
-Nada, estos ven carro nuevo, mi cara bonita y tu cara de enfermo fácil van a creer que soy doctora que llega con su propio paciente.

Tal cual dijo ningún vigilante nos impidió algo, es más, al pasar por la puerta uno la saludó muy respetuoso:

-Buenos días Doctora.
-Buenos días.

"Y" me miró sonriendo de manera cómplice:

-¿No te dije?
-Ya veo "doctora".

Nos dirigimos hacia una enfermera que estaba detrás de un viejo escritorio de metal, la tipa tenía cara de estar eternamente sentada ahí, podría apostar lo que sea que jamás se había movido de esa lugar, que tenia el culo empernado a la silla.

-Buenos días enfermera, vengo en busca de un familiar que está internado acá.
-¿Cual es su nombre? Contesto sin siquiera levantar la mirada.
-Ramón.
-¿Ramón que?
-Sólo Ramón.
-¿No dice usted que es su familiar?
-Si pero tiempo que no lo veo.
-¿Por qué lo trajeron?
-Lo atropelló una combi hace unos días
-Tienes que ser mas precisa pues hijita, acá los atropellados por combi llegan cada cinco minutos.
-Es un señor como de sesenta años, negro, altísimo.
-¿El borracho ese?
-Más respeto.
-Esta en la cama treinta y cuatro, pabellón "C".
-Gracias. Vieja de mierda como no te atropella una combi a tí, murmuró "Y".

Atravesamos un largo pasillo que olía a desinfectante, algunas personas lloraban, otras dormían en las sillas o sobre unos cartones, luego cruzamos un jardín hasta legar al pabellón "C". Era un cuadro en verdad deprimente ver esas enormes camas de color verde de metal sobre los cuales yacían unas cosas que se mal haría en llamar seres humanos, conectados a unas máquinas que parecían sacadas de algún museo de ciencias. Dimos con la cama treinta y cuatro, pero estaba vacía, sólo un tipo cambiaba las sábanas.

-Disculpe, busco al señor Ramón, me dijeron que estaba en esta cama.
-Ya se murió señorita, lo acaban de pasar a la morgue.
-¿Qué?
-Como le dije ya se murió, ya estiro la pata, ya se fue de rumba...
-La cagada "J".
-Me cago echado, se nos fue palabana el viejo
-¿Dónde queda la morgue?
-En la parte de atrás.
-Gracias.

Llegamos a la morgue, si el pabellón "C" nos pareció deprimente éste era un lugar pasa suicidarse: los cuerpos estaban apilados sobre el piso y un nauseabundo olor llenaba todo, nos dirigimos hacia el encargado que comía un pan de lo mas tranquilo mientras veía unas chicas bailando en una pequeña TV a blanco y negro.

-Estoy buscando un cuerpo.
-Si el que tienes está bonito mamita para que quieres otro....
-Qué te pasa imbécil.
-Tranquilo joven, sólo soy amable con la señorita.
-Ya "J" no le digas nada, mira es uno que recién lo han pasado para acá, se llama…
-Mira mamacita, ¿ves esos cuerpos ahí? levanta las sábanas, cuando encuentras al que buscas me avisas.

Empezamos la horrenda tarea de revisar uno por uno, al tercer cadáver yo quería salir corriendo de ahí, pero "Y" llena de un valor único siguió buscando hasta que un grito fue la señal que lo había encontrado.

-Es él, míralo.

Era obvio que era él, su cuerpo gigantesco era inconfundible.

-No hace falta, yo te creo.
-Cobarde, míralo para que me ayudes a confirmar.

Tuve que mirar debajo de esa infecta sábana, no pude evitar hacer una mueca de asco al ver aquel cuerpo amoratado.

-Es él.
-Eso te dije.

Volvimos donde el encargado que seguía ensimismado en esas chicas medio desnudas en su TV.

-Ya lo encontré, ¿cómo hago para retirarlo?
-¿Estás loca, te lo vas a llevar? No me jodas ¿ahora qué? Lo vamos a velar, llorar y cargar hasta el cementerio.
-Tú no te metas, dígame joven, ¿cómo hago para llevármelo?
-Primero tiene que cancelar los gastos que causo el muerto al hospital, luego mostrar un documento que acredite que es su pariente en primer grado y de ahí el cuerpo es todo suyo.
-¿Si no pagamos? intervine yo.
-Se queda en cuerpo en garantía hasta que alguien cancele o se lo coman los gusanos, lo que suceda primero.
-Pero cómo se le ocurre....
-Déme la factura.

Con esa frase "Y" dio por cerrada la discusión. La factura parecía de una clínica privada, ahí figuraban cosas que si le hacían una autopsia estoy seguro jamás hallarían dentro de él, pero ella pago sin quejarse. Volvimos.

-Ya está, me lo llevo.
-Los documentos que acrediten que usted…
-Tome mis "documentos"

"Y" le había dado un billete de 100 soles.

-Efectivamente es usted su pariente, ya se lo puede llevar.
-¿Pero no te lo vas a llevar así no?
-Claro que no, vamos a buscar una funeraria.

Salimos del hospital, encontrar una funeraria no fue nada difícil, estos tipos andan rondando fuera del hospital como gallinazos, luego de una corta conversación llegamos a un acuerdo con los encargados, que nos mandaron de regreso con Eufrasio, un chico que trabajaba con ellos y que sería el encargado de vestir y maquillar a Ramón.

Eufrasio hizo su trabajo rápidamente, cuando se aprestaba a peinarlo "Y" le pidió hacerlo ella, Eufrasio sólo sonrió. Lo peinó suavemente, con una ternura sólo reconocible en ella, parecía un ángel al lado de ese cuerpo inerte. Cuando termino lo besó en la mejilla y le susurró algo. En ese instante juré no recibir un solo beso de ella hasta que se desinfecte la boca.

Al rato y sin darme cuenta bien ya estábamos en el carro siguiendo el cortejo fúnebre: la carroza que llevaba el cajón y una combi que llevaba unos morenos que eran los cargadores. El cementerio quedaba a media hora de camino, era un lugar alejado. Cuando llegamos nos abrieron unas rejas negras enormes, los morenos bajaron el cuerpo con una destreza adquirida de tantos entierros que llevaban encima. De pronto apareció un tipo embutido en una especie de traje religioso, nos ofreció -a cambio de una suma de dinero- dar un "responso" a nombre del "muertito", como era de esperarse no era un religioso sino el mismo Eufrasio disfrazado de tal.

El impostor, perdón, Eufrasio dio unas palabras realmente conmovedoras, cualquiera que no conociera la situación juraría que eran amigos del alma, es más, dejó rodar unas lágrimas por sus curtidas mejillas. Mientras escuchaba esas palabras pensaba en qué mierda hacía yo ahí a esas horas pero los murmullos y risas burlonas que lanzaban los cargadores me sacaron de mis pensamientos, escuché claramente cuando uno le decía al otro: "Que rico culito de la gringuita ¿no?". No los culpo muchachos, tantas muertes ya no los conmoverán, además "Y" tiene un culito que llamaría la atención incluso en medio de un incendio.

Terminado todo nos retiramos, ella canceló los servicios de la funeraria, subimos al carro, mientras ella lo encendía voltée a mirarla, vi que estaba llorando, traté de animarla un poco, besé sus lágrimas y sentí un sabor salado. No hablamos en todo el camino, ya cerca de su casa me dijo.

-Te jalo hasta tu casa.
-No te preocupes, yo me tomo un taxi.
-Acompáñame hasta la mía entonces.
-Como tú digas.

Al llegar a su casa, su madre ya no estaba, me miró de esa forma que sólo ella era capaz, yo sabía bien lo que quería.

-Ok, me quedo.
-Gracias "J", por eso te quiero tanto.
-Porque soy un huevón.

Nos echamos en la alfombra de la sala, ella estalló en un llanto inconsolable y me hizo una pregunta que jamás he podido responder:

-¿Por qué se tiene que morir la gente buena?
-No lo sé querida.

La abracé, besé sus ojos, volví a sentir el sabor salado de sus lágrimas, nos quedamos dormidos en medio de la sala.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gustan tus segundas ediciones, que le parecen a tu inspiracion?