jueves, 13 de agosto de 2009

TIERNA Y DULCE HISTORIA DE AMOR

Iba yo caminando de lo más concentrado pensando en los beneficios de la cirugía láser para reparar los defectos congénitos en las hormigas cuando de pronto cierto alboroto me sacó de mis profundas cavilaciones. Era una escena de un potencial crimen pasional, material perfecto para las páginas rojas de los amarillos diarios. Un asaltante de poca monta, conocido como "Trampa" (alías por el cual se puede deducir que la honestidad no es justamente una de las virtudes a mencionar en su velorio) amenazaba -pistola en mano- a un delincuente de menor monta que él, apodado "Tronco" (alías que según cuentan las leyendas urbanas, hace referencia al premio con el que la naturaleza condecoró sus viriles partes) por haberle robado -un ladrón acusando a otro ladrón de un robo- a su mujer, conocida en las esquinas barriales como la "Siete leches" (sobrenombre que nos hace inferir que la fidelidad no es justamente algo que practique asiduamente).

"Trampa" amenazaba a "Tronco" que arrodillado suplicaba por su vida, alrededor la gente se había detenido a observar el futuro asesinato como quien se detiene a observar a un par de payasos callejeros desarrollar su arte urbano (como era la una y treinta de la tarde, hora de salida del colegio, muchas madres con sus hijos en manos figuraban entre el informal público). Cada vez que parecía que "Trampa" iba disparar su arma, todos se tapaban los oídos (pero nadie se tapaba los ojos) y Tronco daba unos grititos bien cabrones. En ese inútil juego estuvieron cerca de cinco minutos hasta que el público se empezó a impacientar por la falta de acciones concretas y el exceso de falsas amenazas. Primero empezaron unos tibios murmullos, luego algunas rechiflas, hasta llegar al reclamo airado de una tía conocida como "La sacatacos" (dejo a su febril imaginación la explicación de tamaño apodo), que llena de impaciencia los gritó: "ya pues carajo, ¿lo vas a matar o no? se me pasa la hora y tengo que ir a cocinar y ver la novela, ¿qué crees, que estamos acá para perder el tiempo?", reclamos parecidos se sumaron en coro. De pronto Trampa se sintió ofendido en su ego de matoncito barrial y decidió liquidar el asunto y de paso liquidar a su rival de amores. Justo cuando lo iba hacer, apareció la manzana de la discordia, La "Siete leches" y dándole voces a los dos, les dijo que se dejen de cojudeces, que ella no era propiedad de nadie, que si quería se acostaba con ellos a la vez, luego le quitó el arma a "Trampa", le ordenó a "Tronco" que se ponga de pie, los obligó a darse la mano y disculparse entre ambos, luego los tres juntos cruzaron hacia la cantina y pidieron unas cervezas. El público se retiró decepcionado. Yo tuve que seguir mi camino. Para otra vez será lo de la sangre.

5 comentarios:

Polanesa dijo...

Buuuuu, quiero sannnnnnngreeeeeeeee!!!

Jajaja

Unknown dijo...

"ya pues carajo, ¿lo vas a matar o no? se me pasa la hora y tengo que ir a cocinar y ver la novela, ¿qué crees, que estamos acá para perder el tiempo?"..jaja que crueles somos los humanos, siempre buscando más sangre. El lado morboso de la vida!!!
besitos,

ツ Fresita ツ dijo...

hahaahhaa porque la "siete leches" me explicas? 0=)

Jimmy dijo...

Polanesa: yo quiero lo mismo.

Jeanina: ver novelas es perder el tiempo, en cambio ver esas peleillas es más divertido.

Fresita: pronto voy a hacer un post explicando tamaños sobrenombres, jeje.

Polanesa dijo...

Ah, me olvidaba de la mujer barbuda! Jajaja, sí, también se parece a Souto, mi ex profesor de Física de la escuela... a cualquiera menos a Pato Fontanet, jaja.

Saludos!