sábado, 25 de abril de 2009

VELORIO

He ido al velorio del padre de un amigo, en verdad detesto, odio y me hace muy mal ir a los velorios, esa exhibición morbosa de un cuerpo siempre me ha dado cierto repelús, tanto así que ya le he dicho a todos mis familiares y amigos que no me esperen en su velorio y que mucho menos me velen a mí, de frente al cementerio por favor. Pero en este caso puntual terminé asistiendo al velorio por error. Resulta que me había enterado que el padre estaba mal y decidí hacerle una visita a mi amigo para conversar un rato. Cuando llegué a la casa, toqué y no hubo respuesta, cuando ya me daba vuelta, la puerta se abrió y asomó la cara llorosa y doliente de mi amigo que corrió a mis brazos para decirme que su padre había fallecido en la mañana y que lo apoye en ese momento, cuando ya le iba decir que NO, empezó a llegar toda la parafernalia que rodea acontecimiento como estos: la capilla ardiente (que con ese calor iba arder de verdad), los arreglos florales (que le dan ese olor a muerte tan horrible al asunto) y hasta los ex compañeros de trabajo del difunto perfectamente uniformados (unos ex marinos mercantes o algo así), mientras observaba impávido todo ese asunto, empezaron a llegar los familiares y algunos infaltables chismosos. Harto de todo ese dolor masivo decidí escapar, cuando me disponía hacerlo una voz plañidera me pidió que por favor apoye a los tipos de la funeraria a sacar el cajón del muerto que acababa de llegar, mientras decía que no podía ya estaba cargando ese cajón que por el peso parecía contener el cadáver de una elefante y no de una persona. Luego de acomodarlo sobre unos parantes empezaron los rezos y las condolencias y comenzaron a exasperarse mis nervios.

Cuando cuestionaba mi suerte (y no la muerte), apareció mi amigo con una taza de café hirviendo (que quise rechazar porque hacía un calor terrible, además de estar encerrados todos ahí) pero la cortesía (maldita cortesía) me obligó a aceptar. Tratando de hacer una conversación le pregunté cómo es que su padre se enteró de su enfermedad y me contó una rara historia: resulta que el tío tenía relaciones con la empleada y un día en plena faena sexual el tipo vomitó encima de la chica que salió desnuda y asustada corriendo por toda la casa, lo que provocó que todos se enteraran del enredo. Pero el tío para evitar algún maltrato dijo sentirse muy mal y fue al hospital, el doctor detectó algo raro en él, le ordenó unos exámenes y con el tiempo el diagnostico fue contundente: tenía un virulento cáncer gástrico y escasas probabilidades de sobrevivir. Tal como se lo dijeron, sucedió, en menos de tres meses falleció.

No sé qué hubo de raro en esa historia que despertó en mí una reacción inesperada: me dio un soberano ataque de risa, me empecé a reír compulsivamente, de manera violenta y a todo volumen, en sonido envolvente, lo que obviamente provocó que todas las miradas y críticas se dirijan a mí, incluso el rostro de mi amigo pasó del profundo dolor al odio profundo. Me quitó la taza de café (y le di las gracias por eso y me reí más) y me pidió a nombre de él, su familia, los ex marinos mercantes y la memoria de su difunto (e infiel) padre que por favor me retire del velorio y que no vuelva nunca más (como si a uno le dieran ganas de regresar a los velorios). Yo en medio de mi ataque de risa traté de disculparme y explicarle que era algo involuntario, pero era peor, más risa me daba, hasta que vino su madre, o sea la viuda (y adornada por su marido), y me pido que me vaya o iba "usar la fuerza" (pensé que me iba embestir con los cuernos que le había dejado el marido) y (obviamente) me dio más risa aún. Agarrándome de los arreglos florales para no caerme de la risa, salí hasta la calle y gané un taxi con las justas ya que detrás de mí venía parte de la familia con ganas de enterrarme junto al tío.

Me reí todo el trayecto de regreso y hasta en mi casa por un buen rato más. No sé a qué se deba pero confieso que no tuve ninguna intención de burlarme. Supongo que he perdido un amigo. He escrito esto y me he vuelto a reír.

6 comentarios:

leonina dijo...

la risa a veces son nervios ,no es con intención de burlarse ,si no mas bien de como actuar.
Me ha pasado en momentos menos apropiados me eh reido ,lo unico que atino es pellizcarme las mejillas..Para adquirir el control de mi.
saludos.

Jimmy dijo...

¿Pellizcarte las mejillas? intentaré eso, jeje.

Polanesa dijo...

Ahhh, bue, jajaja.
Es complicado el tema de la muerte. A mi me pasa que no me la puedo tomar muy en serio. No sirvo de consuelo para mis amigos en estos casos pero ellos lo saben (aunque no lo entiendan). Por eso lo mejor que sé hacer cuando a alguien se le muere un familiar muy muy cercano y a mí no me queda otra que ponerme en su lugar y creer que realmente es una tragedia, es hacer reír al doliente en cuestión (siempre tratando de evitar los chistes negros que no suelen tener mucho éxito).
En lo personal no me molestan los velorios (tampoco como para revisar la agenda fúnebre cada semana a ver qué hay de nuevo, no?), pero me resulta más fácil reirme que llorar. Incluso cuando se trata de algún familiar.
Qué se yo, creo que se le da demasiada importancia a la muerte. Es algo normal, no? Digo, a todos nos llega en algún momento.
La gente suele separar las cosas, la vida por un lado y la muerte por el otro, como si se trataran de 2 cuestiones antagónicas. Pero la muerte es parte de la vida, en todo sentido.
Pero bueno, es mi opinión.
Saludos!!

Jimmy dijo...

Si la muerte es de por si un hecho trágico, ponernos más trágicos nosotros, como que no contribuye mucho a la situación. Es mejor sacarle tanta carga de encima, digo ¿no?

santiagoMdc dijo...

si bueno seguro si lo lee te debe estar odiando

comparto tu rechaza por los velorios u.u

Pantagruel dijo...

A mi me pasó algo similar, estaba en la iglesia, no sé qué diablos hacia ahí, y en plena faena del curita vino un pata y me contó un chiste de yayo, aparte de secarme las lágrimas traté de disminuir mi escandalosa risa, demasiado tarde las viejitas con su rosario en manos empezaron a mirarme y murmurar cosas acerca de mi madre, creo. Antes de salir de la iglesia el curita alcohólico me dijo algo pero yo me fui antes que me eche agua bendita.