jueves, 23 de octubre de 2008

MALA CITA

Hace un tiempo conozco vía messenger a Erica, una chica estudiante universitaria, amante de la poesía y los porros. Hemos tenido largas y entretenidas charlas por ese medio, luego con el tiempo hemos intercambiado números y hemos tenido aún más largas y entretenidas (y calentonas) charlas. Después de muchos devaneos hemos quedado en conocernos hoy. Ella eligió este día porque según los reportes del clima va llover y ella quiere un encuentro en un Café mientras llueve. Toda una escena poética.

Luego de pasarme una hora decidiendo que ponerme tomo el regalo que le compré y que me servirá como identificación ("El Libro de Dios y los Húngaros" de Toño Cisneros, me gusta decirle "Toño" y no Antonio, suena como a un amigo), tomo un taxi porque no me quiero retrasar así que es mejor evitar el horrible tráfico limeño. Llego al lugar, es un viejo y acogedor Café miraflorino, la busco con la mirada y lo que encuentro no me gusta nada:

Ahí está ella sentada al fondo, pero ella no "es ella" o –mejor dicho- no puede ser ella: Es horrible, es fea, esa cosa que yace ahí sentada no puede ser la dueña de esa voz tan arrulladora y sexy a la vez, debe haber un error, seguro no pudo venir y mando a su doble (digo "doble" no por el parecido sino por el doble de peso) a avisarme de su ausencia.

Trato de fingir que no soy, voy a dar media vuelta pero el libro, maldito libro, maldito Toño que me delata, ella me llama:

-Acá J, acá estoy.

Quiero huir, deseo un terremoto, un tsunami, un meteorito, un huracán, la reelección de Fujimori, cualquier cataclismo que me libre de esta, doblemente fea, situación.

-Hola Erica, qué tal...
-No seas tan serio ni formal ¿dónde está el chico tan gracioso que me hace reír con sus ocurrencias en el messenger?

Me provoca decirle que ese chico ha muerto, acaba de morir del susto, del susto de verte gorda.

-No nada, es que me siento un tanto palteado...
-Hazme el favor, toma asiento.

Si, eso mismo, quiero sentarme pero en la silla eléctrica, que una violenta descarga acabe con mi vida, acabe con este martirio.

-Claro, sentémonos.
-Pídete algo, mira que yo de los nervios me he comido un par de bocados.

Miro la mesa y lo que veo me asombra: No se ha comido un par de bocados, se ha tragado un par de toneladas de comida, parece la mesa de un naufrago que no comía en meses: está llena de platos vacíos, migas de pan, vasos con restos de jugos.

-No gracias, la verdad no tengo hambre, sólo...
-Ah esté es mi libro ¿no? gracias, veo que cumples tus promesas.

Dice esto y me arranca el libro de la mano, juro que le clavé las uñas a la tapa, no quería dárselo, no mereces ningún libro estafadora.

-Si bueno, no era para menos.
-Que amable, como yo pensé que no me traerías nada no te compré nada, que mala soy.

Si, efectivamente, que mala eres para ir por la calle zangoloteando esas carnes fofas, eres un atentado a la vista, por favor que alguien me deje ciego!!!.

-No te preocupes, normal nomás.
-Si no me preocupo, sólo te lo decía.

Termina de hablar, eructa y una risa escandalosa y callejonera invade ese tranquilo Café, los demás comensales voltean a mirar, ella parece ignorar todo o peor aún, darse cuenta, y se ríe más fuerte, se ríe y de sus fauces sale un horrible aliento, esto es demasiado, me cago en dios. Quiero escapar.

Mi celular suena, ¡dios existe!, contesto presuroso, me pueden estar llamando para decir que me voy preso, pero qué mierda, la cárcel seria el paraíso al lado de este hipopótamo voraz.

-Aló.
-¿José?

Mierda, es equivocado, que importa, digo que si, que soy José, soy la Madre Teresa si quieres causita, pero no me cortes.

-Si.
-Ahí estoy yendo, te espero, no me falles hermano.
-Claro, no te fallaré hermano, ahí estaré puntual, muchas gracias por acordarte de mi.

Mi elefantiásica acompañante me mira curiosa.

-Es mi hermano, quiere que lo vea urgente.

Le miento descaradamente, no voy a ver ningún hermano, ni siquiera tengo uno, soy hijo único.

-¿Y me vas a dejar acá?
-Te llevaría pero es un asunto familiar.
-Qué importa, después de todas las cositas que me dices al teléfono somos cómo familia ¿no?

Ahora quiero dispararle, si tuviera un arma ya te hubiera volado la tapa de los sesos gorda.

-Tienes razón, déjame ir por un taxi.
-Ya, yo voy yendo al baño a ponerme guapa.

Te tardarías mil vidas y nunca estarías guapa infame.

-Claro ve, yo voy a busca un taxi.

Salgo a la calle y detengo el primer taxi que encuentro, no le pregunto si quiera cuanto me cobra ni le digo donde voy, sólo le pido que avance, que maneje rápido.

-¿Adonde señor?
-Llévame a la mierda si deseas, pero cualquier lugar lejos de este será mejor.

Parece entenderme, esquiva un auto y maneja veloz, miro hacia atrás, miro el horrible error que cometí: jamás debí comprarle ningún libro.

3 comentarios:

Meg dijo...

Huy sera por eso que muchos dicen que hacerse expectativas nunca es del todo bueno ¿?


Saludos.

Anónimo dijo...

Por eso estoy en contra de las "citas a ciegas" o los encuentros del msn.

Anónimo dijo...

y no tenia foto en el msn??
que es eso?