jueves, 19 de febrero de 2009

¿GENEROSIDAD?

El domingo quedé en cenar con una amiga a la que no veía hace mucho tiempo. Si bien no habíamos acordado previamente qué o dónde comer algo nos terminamos encontrando justo delante de una pollería, así que sin más pensarlo entramos a comer un peruanísimo pollo a la brasa. Cuando nos trajeron la carta encontramos entre los platos que nos ofrecían uno muy tentador: carne a la parrilla, bife, chorizos anticuchos y dos cuartos de pollo a la brasa más una gaseosa como de 35 litros, así que con la intención de cometer el pecado de la gula no lo dudamos y pedimos tamaña tentación.

No se tardaron mas de diez minutos en servirnos y en menos de diez minutos ya habíamos arrasado con parrilla, anticuchos, chorizos y bifes (sin hablar ni media palabra, la verdad ni a ella ni a mí nos interesaba que había sido de nuestra vida en todo este tiempo, sólo queríamos tragarnos esas jugosas carnes) pero aún nos sobrevivían dos humeantes y carnosos cuartos de pollo que valgan verdades ya no nos entraban en nuestros abotagados estómagos de tantas carnes.

-La verdad no me entra ni el agua.
-A mí tampoco Jimmy ¿qué hacemos?
-Llamar una ambulancia para que me lleve a mi casa, voy explotar.
-No, ¿qué hacemos con los cuartos de pollo?
-Dejarlos nomás, yo ya no puedo ni tragar saliva.
-Pero me da pena.
-Ya están muertos, normal nomás.
-No es eso.
-¿Entonces?
-Es que ya están pagados.
-Eso si.
-Me da pena que se pierdan.
-Nada, ya están grandes, seguro no se pierden.
-Digo que deberíamos llevarlos.
-A ya, tienes razón, pide que te los den para llevar.
-Pero me palteo.
-Normal nomás
-Me da roche.
-Ya sé, tengo una idea.


Llamo al mesero y le pido que me aliste esos dos cuartos de pollo para llevar.

-Son para mi perrito, ya sabes como son las mascotas, luego se resienten si uno no les lleva algo.
-No se preocupe, yo entiendo.

Me dice eso, me hace un guiño cómplice y se va llevándo el pollo. Al momento regresa con una bolsa pero no con una del tamaño adecuado para dos cuartos de pollo, muy por el contrario es una bolsa inmensa que más bien parece contener cinco pollos super gordos y me la entrega.

-¿Qué es esto?
-Su pollo joven.
-Te has equivocado, lo mío eran apenas dos cuartos.
-Si lo sé, pero LE AUMENTÉ LOS RESTOS DE COMIDA DE LOS DEMÁS para que su perrito no se queje.
-No jodas!!
-¿Perdón?
-Nada, muchas gracias.


Mi amiga y yo nos miramos confundidos y nos sentimos los más grandes cojudos de la noche, salimos a la calle y apenas vemos unos perros callejeros le abrimos la bolsa y nos vamos fumando y resignados (a ser los más grandes tontos de la noche)

2 comentarios:

azabache dijo...

ajjaja eso le pasó al suegro de mi tía.

Ella no pierde oportunidad de contar la anécdota en cada reunión familiar ya me tiene hinchada. Pero a la sangre se le qiere xDD

Jimmy dijo...

Yo que me consideraba único (H)