jueves, 20 de noviembre de 2008

DIA V

Es media mañana del domingo, me acabo de encontrar con V, hemos quedado en ir a visitar a "Timo", su tío ("hemos quedado" es un decir, ella lo decidió y aunque yo no quería no pude negarme). Vive en una hacienda fuera de Lima. Llegamos luego de una hora de camino, toca la bocina para que abran las rejas y al instante -alguien que no logro ver- las abre y entramos, se estaciona a un lado y caminamos hacia donde su tío que está tirado sobre la hierba y a la vez está que se la fuma. Es un tipo flaco, larguísimo, de piel roja y unos enormes rizos dorados que asemejan unos resortes sobre su cabeza, parece vivir un Woodstock eterno: sólo trae un bóxer, los pies llenos de barro y un porro en la mano. Cuando estamos frente a él se pone de pie, le da un fuerte abrazo y un beso, a mí me mira con curiosidad y me alcanza el porro, le doy dos caladas y se lo devuelvo. Mejor saludo para conocernos no puede existir.

Luego de una breve charla sobre la familia (Timo es hermano de su padre pero al contrario de éste, V lo quiere mucho: él la crío un tiempo y le prodigo una enseñanza llena de libertades y sin convencionalismos) llaman a Cesáreo el encargado de la hacienda que vive eternamente enamorado de V. Al instante aparece: es un tipo cobrizo, de metro y medio. un cuerpo robusto y curtido por tantos años a cargo del lugar, su rostro asemeja una roca, sus cabellos trinchudos parecen unas púas listas para embestir. Saluda a V con una reverencia, es obvio que su presencia lo pone nervioso en cambio a mí me estrecha la mano con dureza, cuando ella le dice -con el único afán de molestarlo- que soy su "pretendiente", él parece enfurecer aún más y trata de destrozarme la mano, Timo mira la escena chino de la risa (y chino de tanto porro). Cuando V le pide que traiga dos caballos, recién me suelta y dibuja una sonrisa diabólica. Ahora mi temor es otro: traerán caballos, V quiere montar, quiere que yo lo haga, yo no quiero, no puedo negarme, auxilio!!!!.

A los cinco minutos aparece Cesáreo trayendo dos caballos: uno es blanco con negro y tiene un porte esbelto, el otro es marrón y es a primera vista un animal chúcaro, hostil. Obviamente el primer caballo es para V y el segundo para mí. Ella lo monta con una destreza única, parece toda una amazona, yo no puedo siquiera subirme al mío, Cesáreo se acerca a "ayudarme", me da unas indicaciones ininteligibles, lo único que le entiendo es "ya te jodiste blanquiñoso de mierda", sus palabras me suenan a sentencia. De pronto V sale disparada en su corcel y para sorpresa mía el caballo originalmente chúcaro se ha transformado en uno dócil que avanza con pasos elegantes y señoriales, miro a Cesáreo con sorna, él no se inmuta por el contrario me lanza una mirada malvada. De pronto el caballo parte en una violenta carrera sin rumbo, no tengo ni la menor idea de cómo detenerlo, trato de buscar el botón de "stop", pienso sino hay un puto manual que indique cómo detener esta bestia, sólo al escuchar un silbido de Cesáreo el animal se detiene bruscamente y yo salgo disparado hacía adelante dando de cara contra la hierba e inmediatamente llega V asustada. Me sangra la nariz, Cesáreo también está a mi lado, me dice que soy un tonto, que no seguí sus indicaciones, Timo sufre de otro compulsivo ataque de risa, me siento humillado.

Llega la hora del almuerzo y pasamos a la cocina donde hay una enorme mesa de madera, la cocinera (y mujer de Timo a juzgar por la manera como le pellizca las nalgas) es Dorita, una mujer de aproximadamente 40 años y una palidez asombrosa. Mientras esperamos que sirvan, Cesáreo se ha remangado la camisa y me ha retado a medir nuestra fuerza con las manos, yo me niego, Timo saca un billete de veinte soles y los apuesta a Cesáreo, V saca uno de cincuenta y los apuesta por mí, es tarde, ya no puedo negarme. Como era de presumir, Cesáreo me ha derrotado inmediatamente, casi me ha partido la muñeca, una vez más me ha humillado, una vez más cree que así conquistará a V.

Ahora nos sirven la comida, Dorita ha preparado una Carapulcra riquísima, claro que no puedo hacer ese comentario delante de V, con ella puedo hablar de todo, elogiar a quien sea pero si hay algo que está absolutamente prohibido para mí es alabar cualquier tipo de comida que no haya sido cocinada por ella. Sé que si lo hago se enojaría mucho y no me hablaría en mucho tiempo. V cocina demasiado bien y no soporta que alguien lo haga mejor que ella, si es que acaso eso fuera posible. El almuerzo ha transcurrido mientras contábamos anécdotas y disfrutábamos de un excelente vino, cuando terminamos, salimos y nos echamos sobre la hierba Timo, Dorita, V y yo.

Timo saca (una vez más) unos porros, los enciende y nos lo va pasando, fumamos lentamente mientras vemos como cae la tarde y empieza oscurecer, en nuestra alucinación empezamos a imaginar figuras con las estrellas, creemos haber descubierto un perro, un gato y hasta un correcaminos. Cada vez que "encontramos un nuevo animal" Timo estalla es un ataque de risa que deriva en un feroz ataque de tos que lo hace ponerse mas rojo de lo que ya es. Al rato, empachados de comida, drogas y risa nos quedamos dormidos. Cuando despierto V está abrazada a mí, murmura entre sueños, se despierta al instante, me mira feliz, me dice que gracias y besa mi nariz, yo beso sus ojos, la abrazo fuerte y siento que la adoro, que nunca quiero perder a una amiga como ella, que tengo el privilegio de haberme cruzado en su camino, soy absolutamente feliz en ese pequeño instante, la felicidad dura lo que tardamos en separarnos.

Se pone de pie y me dice que es hora de irnos, Timo ya está fumando otro porro, Dorita sigue dormida. Nos despedimos de él, subimos al carro, cuando estamos saliendo aparece Cesáreo para abrir la reja, me mira todo triunfador, V detiene el carro y se baja, nos llama a ambos, cuando estamos los tres juntos ella me besa sorpresivamente, no es un amistoso beso en la nariz o la mejilla, muy por el contrario, es un beso apasionado y lúbrico, deslizo mis manos por su cuerpo, cuando nos separamos puedo ver un odio bíblico en los ojos de Cesáreo, me acerco y le digo al oído "ya te jodiste tu huevón". Subimos al carro y nos marchamos mientras miro encantado a V que me ha vengado, lo ha hecho con la crueldad necesaria para estos casos, me siento orgulloso de tener una amiga tan solidaria y cruel, siento que la adoro. Ella me mira cómplice. Pone "Do You Love Me" de Nick Cave y me dice"no te la vayas a creer huevón". Jamás me la creería, te quiero mucho como enamorarme de ti, pienso. El camino de vuelta es largo y oscuro, ya no nos decimos nada, no es necesario, ya lo sabemos todo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"no te la vayas a creer huevón".

Jajaja, claro hay que asegurarse....me tenía en suspenso el final jimmy :p